La interpretación múltiple
p. 9-14
Texte intégral

Humo. Carbonilla, tinta china, vela, acrílico sobre papel
1 “Innumerables son los relatos existentes” decía Roland Barthes, al tiempo que señalaba la multiplicidad y superposición de narraciones en todos los aspectos de las materias significantes, en todas las épocas y lugares a través de la historia de la humanidad (1970: 9). Y donde haya una ficción que se vierte en palabras, podemos agregar, hay una lectura o una “escucha” en sentido amplio –teniendo en cuenta el origen de las tradiciones narrativas vinculadas a la oralidad–. Incluso si convenimos que las imágenes o las artes escénicas y plásticas también soportan una trama narrativa, podemos afirmar que su expectación activa produce un movimiento de lectura-interpretación, o “traducción” de sentidos en el choque de culturas y temporalidades. Es decir, a la interpretación puede adjudicarse el mismo carácter universal que Barthes atribuye a los relatos, pero en una potencialidad multiplicadora, porque para cada narración existe una red infinita de lecturas que activan series de sentidos disímiles e incluso virtualmente discordantes, que circulan en todos los espacios de la discursividad social, desde el recinto informal de una charla de café hasta la esfera súper especializada de una conferencia académica, parafraseando nuevamente al autor de Mythologies. En el entorno de tal universalidad de la interpretación transnacional, transhistórica y transcultural como los relatos (Barthes, 1970), definimos nuestra perspectiva y proponemos un método que ofrece una serie de instrumentos renovados para el abordaje de la literatura policial.
2La hipótesis principal de este trabajo se traza en torno a la categoría del delito, considerada desde de su lugar en la productividad social, que permite reescribir interpretativamente algunos rasgos de la organización de la sociedad y sus contradicciones en la literatura. En las novelas de Juan Carlos Martelli que analizamos -Gente del Sur, Getsemaní, Los tigres de la memoria, El Cabeza, La muerte de un hombrecito y Los muros azules- la transgresión se revela en la forma de “delitos organizados”, instalada en lo social a partir de comunidades delictivas atravesadas por la traición. Esto conduce a una indagación sobre los modos de producción en contraposición, desde del delito como operador de lectura representado en los textos al modo de una rama productora de ganancias y relaciones sociales. Las corporaciones ilegales que atraviesan nuestras novelas concentran intereses diversos, ocasionalmente compartidos, que traducen a la ficción conflictos económicos y políticos. A su vez, los mecanismos de la producción literaria pueden resignificarse interpretando alegóricamente la matriz de lectura del género policial, revelando una zona de interferencias entre la literatura y la propiedad, un conjunto de transgresiones en la red discursiva.
3De este modo, proponemos un análisis crítico del corpus desde las nociones de producción social, modo de producción y delito empleadas aquí como instrumentos teórico-metodológicos en la construcción de un modelo interpretativo. Para esto, revisamos en profundidad las categorías del materialismo histórico atinentes a nuestra lectura, y las redefinimos en relación a la crítica cultural. Nos centramos en la propuesta de Fredric Jameson, en diálogo con otros autores que abordan objetos culturales desde una perspectiva marxista: Antonio Gramsci, Terry Eagleton, Bertolt Brecht, Walter Benjamin y otros.
4Nuestra lectura del materialismo histórico, además, procura recuperar la tradición crítica y transformadora de lo social en que este se sostiene desde sus orígenes, sin caer en el determinismo de las teorías del reflejo. El marxismo se propone, desde sus inicios, la lectura histórica de las categorías científicas en relación con las formaciones sociales que las sustentan, oponiéndose al primer mecanicismo representado por la intención de la burguesía de explicar sus relaciones sociales como naturales y eternas (Miseria de la filosofía, La ideología alemana). A su vez, en el área de los estudios de la enunciación, Valentín N. Voloshinov problematiza estas concepciones de la historia y lo social respecto al lenguaje. Para este autor, el signo ideológico funciona a la manera de un Jano bifronte que alberga una contradicción en tanto representante de lo reaccionario de una ideología dominante y por tanto, estabilizador de un sentido anterior que constituye una “verdad” inmutable (Voloshinov, 2009: 48). De modo que la historización1 crítica es el signo de nuestra lectura del marxismo y de los procedimientos de construcción del lenguaje literario, de ahí que retomamos corrientes de la teoría fuertemente ligadas al desciframiento de las tendencias al cambio y el movimiento histórico.
5Para Jameson, el análisis de la contradicción en lo social es parte de la interpretación sistematizada en los estudios literarios. De esta forma, el ideologema del delito y la contradicción social constituyen los puntos de partida para repensar al género policial como matriz de lectura y a la vez reescritura del código maestro de “modo/s de producción”. Comenzando con la conceptualización de este género literario, construimos la relación texto-complejidad de lo social que incorpora la lectura diacrónica y la movilidad de los sentidos profundamente históricos y contingentes. En nuestro trabajo el policial es un código interpretativo que opera desde el ideologema del delito productivo y permite problematizar la ligazón con el/los modo/s de producción o formación/es social/es. A su vez, la narración como mecanismo ficcionalizado e incorporado a los textos mediante la perspectiva del delincuente nos permite reflexionar sobre la producción literaria en el espacio de lo delictivo, paralelamente al desarrollo del misterio y la clandestinidad como procedimientos de construcción del relato. En este punto resultarán pertinentes las lecturas de Walter Benjamin en relación a las dinámicas entre fuerzas productivas y relaciones sociales de producción que modifican la técnica literaria en favor de lograr una participación cada vez más activa del lector en la configuración de los sentidos.
6Simultáneamente, rescribir un modo de interpretar el género desde esta perspectiva implica también revisar los posibles antecedentes y líneas de dis/continuidad del policial tal como se despliega en la literatura argentina. Por eso incluimos en nuestro trabajo un capítulo donde rastreamos el uso de la categoría de delito como producción social en la literatura nacional desde las primeras décadas del siglo XX hasta la actualidad. Esto posibilitará un diálogo intertextual con algunos autores centrales de la literatura argentina de los últimos dos siglos, desde Roberto Arlt y Jorge Luis Borges a Germán Maggiori, pasando por Ricardo Piglia, entre otros, en cuyos textos encontramos elementos que dialogan con las ficciones de Martelli.
7La obra de Juan Carlos Martelli es tan diversa como los intereses testimoniados en sus textos autobiográficos. Unas memorias inéditas que alternan relatos de sus experiencias de viaje y de escritura con recetas de cocina dan cuenta de su actitud transgresora hacia lo discursivo, pensada desde un recorrido profesional que va desde el psicoanálisis a la literatura y que incluye la actividad de publicista, editor y periodista en importantes medios gráficos. La necesidad de este trabajo está trazada por la convicción de que su obra tiene mucho que aportar a la lectura del pasado histórico y literario, pero también a la perspectiva de una lectura sobre el futuro de lo social. Los guiños semánticos y discursivos que orientan la interpretación hacia las posibilidades de transformación social son demasiados como para centrarnos solamente en una lectura crítica de la abyección social que los personajes de sus novelas ostentan. La traición es, en la obra de este autor, un modo alegórico de plantear la rebelión en un código transgresor, que impulsa del delito a las asociaciones revolucionarias. De modo que el presente trabajo es un recorrido de lecturas profundamente subjetivas y centralmente sociales, que ponen en juego intereses atravesados por la misma paradoja, es decir, tan específicamente individuales como pretendidamente insertos en una trama de discursos colectivos.
8Este trabajo comenzó a delinearse a fines del año 2010, en una librería de la ciudad de Rosario, ante el hallazgo casual de una edición de El Cabeza, reimpresa como parte de la colección Variaciones en rojo dirigida por Jorge Lafforgue. Desde allí, un largo rastreo para localizar el resto de los textos del autor (entre librerías de usados, libreros anticuarios y rincones escondidos de bibliotecas públicas de varias ciudades argentinas) nos expuso el verdadero contacto entre la función detectivesca y la del crítico o investigador en literatura, ya que ambos descubren, en el caso difícil de resolver, el origen del placer descifrador. Finalmente, Marina Martelli nos proporcionó el importantísimo acceso a textos inéditos y pistas de la exploración que subyacen en estas páginas. Agradecemos de manera muy especial su colaboración, confianza y disposición, así como también el aporte de sus ilustraciones para estas páginas.
9 Nuestra investigación se desarrolló en el marco de una beca doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas a partir de 2014 para la carrera del Doctorado en Letras de la Facultad de Filosofía y Humanidades (Universidad Nacional de Córdoba-Argentina). Agradecemos la atenta dirección del Dr. Jorge A. Bracamonte, que orientó con generosidad nuestro trabajo de investigación, proporcionando una guía invaluable en el recorrido de nuestra carrera doctoral, y en trayectos anteriores y posteriores. A la Dra. María del Carmen Marengo, co-directora, por el compromiso y el esfuerzo sostenido en estos años. Agradecemos también la atenta devolución del jurado que evaluó positivamente este estudio en 2018, conformado por la Dra. Elisa Calabrese, la Dra. Silvia Barei y el Dr. Martín Kohan, quienes aportaron primordiales reflexiones, revisiones y sugerencias que fueron incorporadas a esta versión. Fundamentalmente, expresamos nuestro agradecimiento a Manuel Loyola, y en su nombre a los editores de Ariadna, que trabajaron para hacer posible esta edición.
10A nuestros compañeros del equipo de investigación “Otredades y cambios en el sistema literario argentino”, con quienes participamos de los mismos recorridos de lectura y espacios de trabajo, conformando una red solidaria de intercambios. Particularmente a Eugenia Argañaraz, Mariana Lardone y Ana Cremona, por el aporte de bibliografía, los fructíferos y amistosos diálogos literarios y extra académicos.
11Asimismo, algunas de las líneas aquí desarrolladas forman parte de intereses suscitados por nuestro trabajo en las cátedras de Teoría y Metodología Literaria I y Literatura Argentina III de la Escuela de Letras. Agradecemos a todos los profesores y colegas ayudantes-alumnos y adscriptos de dichos espacios. Especialmente, a la Lic. María Lidia Fassi, por impulsar tantas lecturas, y por su dedicación a nuestra formación en docencia e investigación. A Daniel Gaido, por sus generosos aportes bibliográficos y académicos.
12Finalmente, agradecemos a la familia y amigos, sin la colaboración y el apoyo cotidiano de ellos, la dedicación a nuestra investigación hubiera sido imposible. A Marcelo, por sus pacientes lecturas, su interés permanente y la construcción de nuestras bibliotecas, a Graciela por proporcionar innumerables colecciones literarias que llenan esas bibliotecas y rastrear libros inconseguibles, ambos impulsaron incansablemente este y otros proyectos. A Nano, por compartir trayectos de vida y admitir la invasión libresca del hogar. A Julia, por sus relatos que alimentaron nuestra pasión por la narración desde la infancia. A Jimena y Franco, por caminar lejanas ciudades con pesados tomos destinados a nutrir este trabajo. A Emilse por sus infinitos intentos de pulir nuestro estilo argumentativo. A Sebastián y Marcela, por su disponibilidad siempre atenta. Y a todos los sobrinos que llenan de futuro nuestros horizontes.
Notes de bas de page
1 Si bien el sentido de este término es equivalente al de “historiar”, preferimos usar “historizar” porque incorporamos allí los significados aludidos por Fredric Jameson en Documentos de cultura. Documentos de barbarie. La narrativa como acto socialmente simbólico, vinculados a su lectura del marxismo.

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