2. El mayo chilote de 2016
Inflexión histórica de potencia soberana y descolonizadora1
p. 165-187
Texte intégral
1. El mayo chilote y sus antecedentes objetivos: a modo de introducción
1Durante enero y febrero de 2016, 27 millones de salmones en descomposición, equivalente a 50.000 toneladas de biomasa (Cabello y Godfrey, 2016), abarrotaban las balsas-jaulas de la industria salmonera en el sur de Chile. El desastre sanitario dejaba en evidencia la segunda mayor crisis que la salmonicultura infringía al archipiélago de Chiloé –insular provincia de la décima región de este país– en menos de una década. Las mortalidades provenían de 38 centros de cultivo pertenecientes a 14 grandes empresas salmoneras, afectadas por un florecimiento de Pseudochatenella verruculosa, alga nociva que asfixió –en pocas semanas– a millones de peces destinados a la exportación (Comisión Marea Roja, 2016; Cárdenas, 2017; Guaquin et al., 2016).
2Se estaba frente al florecimiento de algas (FAN) más nocivo en la historia del archipiélago de Chiloé2. Este FAN, ocurrido entre febrero y abril del 2016, fue seguido por otro de la micro alga Alexandrium catenella – inédito por su toxicidad y extensión–, el que contaminó las aguas costeras y los recursos bentónicos isleños, base de la vida económica, social y la alimentación de la sociedad chilota (Cabello y Godfrey, 2016).
3El florecimiento de Alexandrium catenella que se extendió por más de 400 kms, desde el mar interior, canales y fiordos de Chiloé hasta la Región de Los Ríos, habría sido consecuencia de cambios climáticos y oceanográficos (Comisión Marea Roja, 2016), sumado a la contaminación orgánica proveniente de los monocultivos de salmones y truchas (Cabello y Godfrey, 2016; Guaquin et al., 2016). El nitrógeno (N) y fósforo (P) de miles de toneladas de fecas y alimento no consumido por los salmones en sus abarrotadas balsas-jaulas, así como las altas temperaturas y el aumento de la luminosidad, habrían detonando este histórico FAN (Cárdenas, 2017; Guaquin et al., 2016).
4En este crítico escenario, se ejecutó la medida de salud pública preventiva de prohibir la extracción de mariscos en gran parte de la Décima Región de Chile, incluyendo toda la Provincia de Chiloé, así como algunos sectores de regiones contiguas. Todo un archipiélago dependiente del mar quedaba sin acceso a este.
Imagen 1. Archipiélago de Chiloé, sur de Chile

© Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH).
5Por otra parte, la gran mortandad de peces representó también un grave problema ambiental. Cifras oficiales indican que el 57 % de los peces fue convertido en harina de pescado, el 30 % fue vertido en tierra y el 13 % restante fue vertido en alta mar (Comisión Marea Roja, 2016). Este último porcentaje fue el que generó mayores controversias –tanto a nivel científico como en la opinión pública–, respecto de los impactos que causaría el vertimiento de 4.600 toneladas de peces muertos a –supuestamente– 75 millas náuticas al oeste de la costa norte de la Isla Chiloé (Araos et al., 2019).
Imagen 2. Salmones en descomposición en una planta salmonera. Chiloé, 2016

© aqua.cl
6La ausencia de estudios que aseguren la inocuidad del vertimiento de las miles de toneladas de salmones en descomposición, la celeridad y hermetismo del procedimiento, la masiva muerte de organismos marinos en las costas y, por último, la aparición de variados testimonios que aseguraban haber presenciado el vertimiento a mucho menos de las 75 millas establecidas, fueron generando un caldero social cargado de indignación. Poco a poco se iba ponderando la gravedad de la situación a lo largo del país y la comunidad internacional. Desde el periódico Le Monde Diplomatique, por ejemplo, se indicaba: “Chiloé a pasos de convertirse en Chernobyl, un lugar no vivible para sus habitantes” (Fernández, 2016).
7En efecto, la indignación frente a un mar insular contaminado por la industria salmonera con la venia del Estado desencadenó, en mayo de 2016, la mayor movilización de protesta en la historia del archipiélago. Durante veinte días, la comunidad insular parecía tomar el cielo por asalto, generando un paro general a nivel provincial y cortando todo vínculo con el continente. Asambleas en las diez comunas se encargaron de organizar la protesta, resistencia y cotidianeidad de vida en Chiloé. Además, se mantenían barricadas a lo largo de 200 kilómetros de ruta. El archipiélago se encontraba en el centro de todos los noticieros nacionales.
Imagen 3. Protestas durante el mayo chilote de 2016

© elmostrador.cl
8Ahora bien, algunos sectores de la academia indican que las movilizaciones insulares nunca habrían rebasado lo socio-ambiental. La indignación se habría centrado –en todo momento– en lo contingente y/o en su pasado próximo (como en Araos et al., 2019, o Bustos, Délano y Prieto, 2019). No obstante, en los años de trabajo de campo de esta investigación, se pudo corroborar que los sentires, discursos, debates y posicionamientos políticos involucrados en las diferentes instancias de organización y movilización insular, contenían una serie de tramas y problemáticas que se vinculan –más bien– a diferentes tiempos históricos, integrando, pero a la vez rebasando, absolutamente lo coyuntural. La memoria larga irrumpía y se conectaba con el presente, advirtiendo que las críticas consecuencias de un modelo de acumulación extractivo, formaban parte de un trato histórico específico, y de muy larga data, con el archipiélago: un trato civilizatorio de dominación con un complejo y entramado abanico de jerarquías y violencias situadas, necesarias de superar. En efecto, el phatos de la indignación insular se arrojaba al abordaje, público y colectivo, de una colonialidad cargada de condensaciones o nudos locales específicos y reconocibles, sustento reivindicativo –por lo demás– del potencial ciclo político-transformacional que hoy experimenta Chiloé.
2. El mayo chilote, de lo sectorial a lo histórico-territorial
9Al dejar a todo un territorio insular sin acceso al mar, tanto para sustento alimenticio como económico, el primer sector en abrir la protesta fue el de los pescadores artesanales. Sin embargo, la profundidad histórica de los sentires involucrados hace que prontamente la protesta sectorial de los pescadores3 transite a una ampliada protesta territorial. El testimonio de un locutor radial, que cumplió con un excepcional rol de comunicación durante las movilizaciones, es claro en este sentido:
Cuando llegamos ya estaban todas las barricadas listas, la gente se fue sumando, se fue sumando. En las primeras horas la movilización fue muy focalizada, tenía que ver con los pescadores. Pero ya a las 4 o 5 de la tarde dejó de ser de los pescadores, ya fue de la comunidad chilota misma (…), y bueno, recuerdo que dijimos “ ¿dónde están los pescadores?, nos llamaron a este tema para reportear, queremos hablar con ellos, dónde está el vocero”… Entonces dijimos “ ¿Este movimiento de quién es?”. Se radicalizó en ese momento, y ya fue global, entonces se unieron todos los sectores, no quedó ninguno fuera
A.N., en entrevista con el autor, octubre de 2016.
10De igual forma, los testimonios recogidos empiezan a situarse en lo advertido por Dussel (2009), donde el trasfondo movilizador estaría signado por un fundamento de poder diferente a la dominación, a saber: la “voluntad”, donde, además, el fundamento de esta voluntad sería “la vida”:
Es un problema de vida o muerte. Vida humana que no es un concepto, una idea, ni un horizonte abstracto, sino el modo de realidad de cada ser humano en concreto, condición absoluta de la ética y exigencia de toda liberación. No debe extrañar entonces que esta ética sea una ética de afirmación rotunda de la vida humana
Dussel, 2009.
11La voluntad de vivir en un Chiloé movilizado busca, en efecto, su realización desde una necesidad vital que delinea caminos para su reivindicación y cuidado. Una importante referente mapuche-williche reafirmaba al calor de las barricadas: “Esta lucha que nosotros estamos dando, hermanos, es una lucha por vivir, y por vivir en libertad” (A.C., registrado por el autor, mayo de 2016).
12En paralelo a ello, a más de 1.000 kilómetros de distancia del archipiélago, en Valparaíso, los estudiantes chilotes de aquella ciudad-puerto irrumpían por cientos frente a las oficinas principales de la Armada de Chile con carteles donde se leía: “ ¡Chiloé no morirá!”, reafirmando el phatos movilizador dusseliano. Situación similar trascendía en Temuco, Concepción y Santiago, donde cientos de chilotes organizaron multitudinarias protestas, fundamentales para el posicionamiento del sentir insular en el seno del acontecer público nacional. Mientras, desde Chiloé, Anita Caileo, una querida ñaña mapuche-williche, les enviaba –desde las barricadas– un mensaje cargado de emotividad, donde se condensa gran parte de las reivindicaciones históricas de Chiloé:
Yo les digo, estudiantes, cuando vayan allá ahí donde estén, nunca se olviden de donde salieron. Son chilotes, ¡grítenlo! Son hijos de Williche, ¡grítenlo! Y eso les va a ayudar. Porque son hijos de esta Ñuke Tue [madre tierra], de este Lafken Mapu [mar y tierra mapuche], que nos destruyeron(
A.C., registrado por el autor, mayo de 2016.
Imagen 4. Protestas en la comuna de Ancud durante el mayo chilote de 2016

© 24horas.cl
13La potentia descolonizadora, a través de una re-emergente voluntad de vida, irrumpe, cubre y rebasa, por tanto, las dirigencias de un conflicto de apariencia sectorial y/o socio-ambiental. Las raíces de la protesta en Chiloé se volvían tan profundas como su trato civilizatorio colonial.
3. El mayo chilote como acontecimiento intersubjetivo de potentia soberana y descolonizadora
14Los órdenes políticos, así como los ciclos políticos, se originan desde una referencia política primera que variados autores llaman acontecimiento (Badiou, 1999; Dussel, 2009; Grosfoguel, 2018). Este acontecimiento, en tanto, primera instancia de dicho orden o nuevo orden, se identifica como fundacional. Para Dussel, por ejemplo, es en el acontecimiento donde está en juego “toda la cuestión de la aparición del ser (potentia) en el mundo fenoménico (potestas)” (Dussel, 2009: 67).
15El acontecimiento se da necesariamente en un lugar y un tiempo, ambos determinados por una compleja situación existencial. La situación es la estructuración de maduración extrema y concreta, como una coyuntura crítica del mundo, en un momento de transformación de su historia (Badiou, 1999), coyuntura crítica del mundo en un sentido ontológico-político-histórico que, en el caso de Chiloé, es un mundo territorial. En efecto, es este mundo el que a través del acontecimiento entra en un proceso de pasaje. “Esta situación, que anticipa un cambio radical, no puede preverse en el proceso histórico. Ni tampoco tienen por sujetos privilegiados a los héroes. Se trata de actores unidos por una red intersubjetiva, que constituyen algo así como una comunidad generacional” (Dussel, 2009: 69). Será nueva referencia, fundacional o re-fundacional, de los parámetros de un nuevo mundo, político-territorial en este caso. Ese acontecimiento se descubre claramente de manera retroactiva, gracias a una mirada hacia atrás, hacia el origen, desde la perspectiva de estar habitando en otro mundo (Dussel, 2009).
16Evidentemente, ese acontecimiento tiene una serie de determinaciones que podemos llamar objetivas; no obstante, estas son vividas, interpretadas y ejercidas desde un actor comprometido, en el interior, en el seno, de un proceso histórico que el observador externo no puede “sentir”, por no ser un actor ni del acontecimiento ni del territorio-mundo que entra en ebullición.
17Por ello, las lecturas desde la academia, por ejemplo, o desde el amplio abanico de posturas y discursos críticos a nivel nacional frente al mayo chilote, se han referido a este en términos exclusivamente socio-ambientales. Las lecturas más historizadas solo amplían el rango temporal a treinta o cuarenta años atrás, con el arribo del modelo neoliberal-extractivo, pero no logran salir de las categorías económico-ecológicas.
18En efecto, el acontecimiento no es determinado solo por sus evidentes aspectos objetivos. Estos solo serían parte de un marco mucho más amplio de condicionamientos, todos los cuales están involucrados en la configuración de un importante punto de referencia para los actores: significar el acontecimiento denominándolo.
19Los actores insulares, comprometidos por miles, denominaron al acontecimiento bajo una sola frase: Chiloé está privao, o privado, que –como dicho local– refiere a una indignación tan grande e insostenible que priva de razón o juicio al sujeto. Esta indignación condensa no solo las contingentes variables objetivas, sino también parcelas vivas y conflictivas de la memoria territorial, incluyendo –por cierto– sus traumas.
20Como indicaba Rivera Cusicanqui (2018), invocar un pasado que estaba muerto o instituido y convertirlo en una fuerza de emancipación, de esclarecimiento. Sobre todo esta idea del despertar. Es un momento de inflexión, de cambio, pero que no es una cosa de la noche a la mañana, sino un proceso de acumulación profunda. El mayo chilote, en efecto, tiene profundas raíces históricas; solo ello pudo detonar tal ebullición político-territorial.
21De igual forma, en todo acontecimiento, los actores van a intentar una meta, un real imposible:
El acontecimiento abre un mundo futuro, abre un régimen de verdad (verdad sería aquí el devenir del acontecimiento desde la lógica que se ha instaurado a partir de la ruptura con el mundo-sido), que arranca desde lo oculto y desconocido (la potentia). La verdad oculta se revela como hecho histórico, como acontecimiento. (…) todo orden [o nuevo orden] político emerge desde un acontecimiento fundador, una comunidad de actores que tiene conciencia militante intersubjetiva, que les cupo en la historia, imprevisiblemente, el haber instaurado una nueva estructura epocal que tiene sentido pleno solo en la objetividad de alguna manera ya siempre subsumida en la propia intersubjetividad [de raíz histórica, no sentida por el observador externo], pero que no puede dejar de tener referencia a una realidad, material, desde el criterio último de verdad (la vida humana) y el criterio de validez formal, con referencia a una razón discursiva de la comunidad, en nuestro caso política
Dussel, 2009: 72.
22Esa voluntad de vida, está –podríamos decir– guiada, contenida, por una serie de parámetros ontológico-territoriales. Es la voluntad de vida de un mundo situado, atravesado por una serie de variables y memorias de corta y larga data que impactan en el centro de esta.
23Por otra parte, parece evidente que el mayo chilote estableció un régimen de verdad o nuevas verdades reconocibles, frente a las cuales, toda respuesta política tiene y en cuyo proceso deberá guardar fidelidad; de lo contrario no constituiría –en ningún caso– una respuesta política y ese nuevo orden quedaría trunco, no podrá superar su potencialidad.
24Sobre esto, advierte Grosfoguel (2018), “los acontecimientos, si no se les da respuesta política, se quedan en algo anecdótico a pesar de que la gente cambie su subjetividad, porque si no se traduce en un nuevo discurso y práctica política que dé cuenta de la nueva verdad que emerge del acontecimiento, este se desvanece y queda como algo anecdótico en la historia”.
25Pues bien, en base a esta investigación, considero que la soberanía política territorial se instala en el centro de estas “verdades”, la que brinda una contención –además– cargada de potencialidad descolonizadora para una serie de jerarquías locales de la colonialidad. Extractos testimoniales son claros en esto. El Consejo de Comunidades Williche, por ejemplo, indicaba en medio de las protestas:
Frente a esta realidad, exigimos el respeto irrestricto de la soberanía de Chiloé y el derecho a que sean los habitantes y sus organizaciones quienes decidan qué tipo de vivir quieren de acuerdo a sus intereses y necesidades
Declaración pública del Consejo de Comunidades Williche de Chiloé, mayo de 2016.
26La históricamente negada deliberación política-insular, ahora al calor de las barricadas, también era subvertida desde nuevos espacios:
Las barricadas partieron como un espacio de resistencia, pero luego fue de liberación política. Ahí discutimos en torno a este problema, de cómo podemos generar incidencia sobre las decisiones en nuestra tierra
F.V., vocero de una de las asambleas comunales de Chiloé. En entrevista con el autor, octubre de 2016.
27Por otra parte, los chilotes en el continente, la mayoría de ellos jóvenes estudiantes, reafirman su derecho y capacidad de re-territorializar su mundo desde la distancia. Como actores, y no observadores, de este acontecimiento del cual, evidentemente, son parte sintiente:
(…) hemos decidido como orgullosas/os chilotas y chilotes defender nuestro territorio, independientemente del lugar en que nos encontremos, forjando espacios de encuentro y organización de carácter territorial, tomando el sur como horizonte y la autonomía como bandera
Declaración del Colectivo de Chilotes en Valparaíso, mayo de 2016.
28Emergen, también, testimonios inundados de memoria, que al solo posicionarlos van desanudando, con potencia descolonizadora, una serie de traumas, rabias y tratos coloniales que “los políticos de afuera no rozan”:
(…) se internalizó tanto en cada una de nosotras, de nuestros antepasados, que lamentablemente eso se fue transmitiendo, mucha gente por temor a que se burlen de ellos, a que los discriminen… o sea existieron tantas formas de discriminación hacia nuestra gente, que éramos los flojos, que éramos los borrachos, éramos los que no nos gustaba trabajar y yo tengo una imagen tan distinta a eso. Mi padre fue pescador, mi madre dueña de casa, pero toda la vida yo los vi trabajando tanto. Y todo eso hay que reivindicarlo ahora. Y lo tenemos que hacer nosotros. Los políticos de afuera no rozan estas angustias
R.C., vocera –werkén– de una importante organización mapuche-williche de Chiloé. En entrevista con el autor, enero de 2017.
29Quizá aún valga aclarar, en este punto, que los diferentes arribos testimoniales a esa verdad soberana del acontecimiento chilote de 2016, refieren a un concepto ampliado de soberanía, no restringido –por cierto– al “corset” moderno-westfaliano. Como indica Grosfoguel (2018), “soberanía no es equivalente a ser independentista, soberanía es equivalente al derecho del pueblo a decidir, lo cual puede ser una solución federalista, confederalista, independentista, etcétera”.
30De igual forma es fundamental comprender que el soberanismo insular desborda el plano identitario y se sitúa, además, en disputas sociales, políticas e histórico-territoriales permeadas en un amplio abanico de problemáticas.
Imagen 5. Asamblea en comuna de Ancud durante el mayo chilote de 2016

© Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH).
31En definitiva, la soberanía política no solo constituye una facultad exclusiva de la comunidad política sino, a la vez –y principalmente–, su capacidad para equilibrar la expresión consensuada de su voluntad de vida (potentia) con la necesaria institucionalización de dicha voluntad (potestas). La capacidad para articular el en sí y el para sí de esa comunidad política, constituiría su grado de soberanía. Es eso, justamente, lo que hoy está en juego en el archipiélago de Chiloé.
4. El mayo chilote: soberanía política territorial y fidelidad en abordar los nudos de la memoria insular
32La “geopolítica del conocimiento” (Dussel, 2005) o la “corpo-política del conocimiento” (Anzaldúa, 1987; Fanon, 2010), evidencian que la condensación de jerarquías de la colonialidad del poder se da, con características y alcances diferenciales, de manera situada y corporizada. En efecto, se plantea aquí que es la soberanía política territorial y sus experiencias, epistemologías y corporalidades situadas, las que detentarían un potencial político –en clave de potencial repuesta– no solo performativo, sino principalmente emancipador en términos descoloniales en Chiloé.
33En este sentido, es importante evidenciar que Chiloé es un territorio con una larga historia colonial cargada de –podríamos decir– nudos y traumas. En 1567 se asienta el imperio español entre estos laberínticos contornos insulares de manera permanente, y se da junto a una política ya institucionalizada de racialización o –en otras palabras– jerarquización social en base a la raza, a saber: la encomienda.
34Y claramente Chiloé era un amplio territorio indígena a “racializar” de manera institucionalizada para su aprovechamiento colonial. Durante estas primeras décadas, el archipiélago sufre la dramática y acelerada disminución de su población indígena. Esto se explica tanto por el intenso tráfico de esclavos hacia el virreinato del Perú –principalmente los llamados indios alzados–, así como por los excesos de los propios encomenderos. Todo ello ha llevado a la aceptación historiográfica de que la encomienda chilota fue una de las servidumbres más violentas del Reino, solo comparada con la modalidad antillana (Urbina Carrasco, 2016; Urbina Burgos, 2013; Aravena, 2017), un proceso en extremo traumático signado por el arribo de un paquete enredado de jerarquías, mucho más complejo que el que nos presentan las hegemónicas lecturas eurocéntricas, que –generalmente– reducen el efecto colonial solo a la mundialización del capital. Lo que arribó y se consolidó en Chiloé a fines del siglo XV fueron una serie de dispositivos de poder establecidos en tiempo y espacio por hombres, europeos, capitalistas, militares, católicos, patriarcales, blancos y heterosexuales, representantes activos de una civilización específica, que se imponía a sangre entre los laberínticos canales insulares.
35No obstante aquello, el posicionamiento de Chiloé como un territorio de total importancia estratégica, intensificó su vinculación directa con el Virreinato del Perú, lo cual –en paralelo– profundizó un irremediable distanciamiento político con la Capitanía General de Chile. Para el habitante insular, Santiago estaba mucho más lejano y ajeno que Lima. Este distanciamiento con Chile se va consolidando y adquiere continuidad histórica a partir de este período tardo-colonial. Sin esta consideración, no se podría comprender una serie de acontecimientos y procesos que se da décadas después, cuando Chiloé inicia la guerra contra la naciente república chilena (1813-1818) y, posteriormente, se resiste a su anexión (1818-1826). En efecto, desde los inicios de la república chilena, se fue imprimiendo –sobre el ya “racializado” habitante indígena insular– la categoría de enemigo, instalando un prolongado trato colonial interno a través de una serie de hitos e imaginarios políticos consolidados desde el Estado-nación (Mondaca, 2019).
36Así, la colonialidad se expresa de manera concreta en procesos, tiempos, lugares y territorios determinados. Es, por tanto, en estos escenarios donde los hilos y nudos de la memoria colonial-territorial se pueden ir abordando, desatando y subvirtiendo de manera soberana. Solo ahí, de manera situada y relacional, se pueden recorrer de manera adecuada y sintiente, historizados, identificados, denunciados y problematizados por la voluntad de vida de cada comunidad política soberana.
37Ahora bien, evidentemente, la colonialidad en Chiloé trastocó todas sus epistemologías, espiritualidades y cosmovisiones, colonizándolas con narrativas eurocéntricas de la modernidad. Por ello, la descolonización no solo refiere a problematizar y superar jerarquías externas de dominación moderno-coloniales sino, a la vez, problematizar y tratar de superar las jerarquías internas o, en otras palabras, la colonialidad que llevamos dentro (descolonización del saber y del ser).
38Esto no significa, en ningún caso, una vuelta idealizada al pasado, o a tener que elegir entre eurocentrismo y fundamentalismo sino, más bien, abordar los nudos o jerarquías de una colonialidad situada a través de herramientas como las planteadas por Dussel (2001) y su enfoque trans-moderno:
(…) una transmodernidad en la cual ambas, modernidad y alteridad negada (las víctimas) co-realizan ellas mismas en un proceso de mutua fertilización creativa. La transmodernidad (como proyecto de liberación política, económica, ecológica, erótica, pedagógica y religiosa) se hace realidad en sí misma, es decir, como una solidaridad incorporativa, que he llamado analéctica, entre centro/periferia, hombre/mujer, diferentes razas, grupos étnicos, clases, civilización/naturaleza, cultura occidental/culturas tercermundistas, etcétera
Dussel 2001, 69-70.
39Esa “mutua fertilización creativa” implica, necesariamente, una relacionalidad que transite, respetuosamente, por las fronteras binarias moderno-coloniales impuestas. Esa relacionalidad se da en tiempos y lugares determinados, mundos o territorios donde esas fronteras moderno-coloniales, esos binarios, no solo se han constituido en sus deslindes, sino atravesándolos, grafiándolos, de lado a lado y en varios sentidos. No obstante, aún siguen siendo mundos, territorios o comunidades políticas. Así, la soberanía de estas es la que determinará los tempos y las formas relacionales para abordar las fronteras o nudos coloniales de la memoria.
40En efecto, el abordaje ontológico, profundo y concreto a las jerarquías moderno-coloniales, solo se podría dar de manera adecuada en el mundo o comunidad colonizada. Es ella la soberana y la que tiene la responsabilidad histórica de resolver y superar los nudos traumáticos de su memoria. Es, nuevamente, una tarea de vida o muerte para la misma. El universalismo moderno-colonial, la respuesta única, la verdad única, solo se puede resquebrajar con un pluriversalismo descolonial y, para ello, se requieren soberanías político-territoriales comprometidas con una superación situada, concreta, a dichas jerarquías.
41Ahora bien, según lo investigado, ¿a qué refiere esto en términos concretos en Chiloé? ¿Es una necesidad posicionada desde la comunidad insular? ¿Cómo se relacionaría con el terreno estratégico del Estado?
5. El mayo chilote y el desafío de una respuesta política por fuera y por dentro del terreno estratégico del Estado
42El Estado es uno de los más importantes ámbitos de condensación de la colonialidad del poder. El propio Quijano lo identifica como uno de los cuatro productos de la modernidad/colonialidad (Quijano, 2006). Por ello, superar importantes jerarquías de la colonialidad, así como el trato colonial interno del archipiélago debiese implicar una relación político-estratégica con la dimensión estatal para desequilibrar o re/equilibrar dicha condensación. Y si bien, en este nuevo ciclo político, cada vez son más los procesos y orgánicas político-territoriales insulares que inician este desafío, aún se mira con recelo la pertinencia de una lucha soberana y descolonizadora al interior de uno de los principales productos de la colonialidad del poder y, por tanto, del trato histórico recibido. No obstante, tras el mayo chilote, son numerosos los signos que denotan un punto de inflexión. Como indica una importante referente del cooperativismo insular:
(…) nosotros nos decimos williches autónomos, nos decimos acá y allá, pero no hacemos ningún tipo de soberanía real, solamente estamos cuando tenemos que alegar, pero de soberanía real bien poco
A.C., referente del cooperativismo insular. En entrevista con el autor, enero de 2017.
43La ilusión de lo social (Gaudichaud, 2015), es decir, la creencia de que los movimientos sociales de base, y sus confluencias, por sí mismos, serán capaces de superar las jerarquías moderno-coloniales, se ha empezado a resquebrajar aceleradamente en Chiloé. Esto, principalmente, por una cada vez más preocupante ausencia de respuesta política al mayo chilote de 2016.
44Esta ausencia de respuesta político-estratégica al despertar sociopolítico de la memoria territorial, ha ido posicionando la necesidad de una lucha por fuera y por dentro del terreno estratégico del Estado. Como indica una referente del pueblo williche:
(…) yo siento que esos espacios son demasiado importantes (…), porque si nosotros queremos lograr que nuestros temas sean puestos en tabla, en una mesa que se debata sobre los temas, nuestras necesidades, nuestras problemáticas territoriales, quien lo va hacer si no hay gente nuestra que esté ahí, y nadie va a sentir más que nosotros, no van a sentir y si no sienten no van a poder defender lo que es nuestro.
45Sin embargo, como se indicaba, un sector importante –pero cada vez más minoritario– aún ve con recelo la disputa política por dentro del terreno estratégico del Estado. Dicha disputa política se vería, según estos, absolutamente cooptada, en términos estructurales, y deslegitimada, en términos de infidelidad a la verdad soberana colectivamente dispuesta en el mayo chilote:
(…) es que eso echaría abajo toda la lucha po´, hay que mantener la autonomía política, si al final por eso estamos luchando. Meterse en el Estado solo corrompe la lucha. Imagínate cómo ha tratado históricamente a Chiloé ¿y ahora lo vamos a legitimar? No po´ .
E.G., dirigente mapuche-weilliche de Chiloé. En entrevista con el autor. Octubre de 20164
46Habitualmente, estas posturas se posan sobre una visión o representación del Estado como sujeto u objeto y viceversa, mas no como una relación social (Jessop, 2014). De igual forma, centralizan su atención en la pureza de la ruptura ideológico-política con una de las principales condensaciones estructurales de la civilización moderno-colonial: el Estado-nación. Por ello, en el fondo consideran –al menos discursivamente– la necesidad de derribar todo ese conjunto institucional y reemplazarlo por algo completamente nuevo, basado en organizaciones de democracia directa.
47Esto plantea dos cuestiones fundamentales: primero, bajo un enfoque relacional del Estado, es decir, donde este constituiría la condensación institucional y discursivamente mediada de un equilibrio contingente y variable de fuerzas políticas (Jessop, 2017), no habría posibilidad de situarse por fuera de las relaciones políticas que lo constituyen. Por acción u omisión estaríamos constituyendo un tipo determinado de Estado. Por acción u omisión somos parte responsable de dicha condensación.
48Este casi inevitable cruce con los condicionamientos desde y sobre el Estado, en tanto partícipes de las relaciones políticas de fuerzas que lo constituyen, muchas veces no es reconocido o advertido por las comunidades que se muestran más radicales en términos discursivos:
(…) esa relación ha sido súper difícil, por ejemplo, hay comunidades que se muestran con liderazgos autonómicos radicales, pero todo el rato se relacionan con el Estado, por ejemplo a través de la ley lafkenche
D.N., profesional asesor de procesos territoriales ligados al pueblo mapuche-williche de Chiloé. En entrevista con el autor, enero de 2019.
49En efecto, si bien el Estado no es un terreno neutral, por tener un largo pasado moderno-colonial que lo condiciona, es –por sobre todo– un terreno estratégico. Como indica Jessop:
El Estado no ejerce el poder: sus poderes (siempre en plural) se activan a través de la agencia de fuerzas políticas definidas en coyunturas específicas. No es el Estado el que actúa: se trata siempre de grupos específicos de políticos y funcionarios estatales ubicados en sectores y niveles específicos del sistema estatal
Jessop, 2014: 34.
50Por ello, las organizaciones políticas de un territorio insular que ha recibido un prolongado trato colonial –producto de una histórica condensación institucional y discursivamente mediada de relaciones histórico-políticas de fuerzas–, no consideran posicionamientos estratégicos que incluyan la dimensión estatal, como uno de los principales ámbitos de dicha condensación de trato colonial; sería –a mi parecer– no solo un despropósito, sino también una contradicción.
51En otras palabras, tanto la fidelidad soberana como la lucha descolonial, no referiría a tratar de evitar las jerarquías o instancias donde la colonialidad se reproduce, como si esto fuera posible, sino –al contrario– abordar estas instancias para su radical transformación.
52Y hablamos de radical transformación y no de supresión o eliminación de la estructura estatal –en términos de forma, no de denominación– por una cuestión trascendental: la protección y aseguramiento de las libertades políticas.
53Y es que la defensa de una no vinculación con la dimensión estatal en Chiloé, así como en otras latitudes, viene –generalmente– acompañada de la defensa irrestricta de la democracia directa, la supresión de la democracia representativa y, finalmente, del Estado en su conjunto (Thwaites Rey, 2004). Esta posición, evidentemente, deslegitima una relación estratégico-política con este último.
54Pues bien, y aquí entramos en otra zona gris de las posturas que defienden la no vinculación, y posterior eliminación, de la dimensión estatal. Esta se podría comenzar a evidenciar con una pregunta: ¿Qué estructura o instituciones asegurarán las libertades políticas en un escenario permanente y prolongado de democracia directa?
55Respecto a ello, es importante constatar algunas advertencias indicadas por Poulantzas (1977):
Mantener las libertades políticas y las libertades formales es fácil de decir. Pero es evidente, a mi entender, que mantener estas libertades implica también mantener, si bien profundamente transformadas, ciertas formas de democracia representativa (…). Históricamente, todas las experiencias de democracia directa de base no articuladas con el mantenimiento de la democracia representativa han fracasado. (…) abandonar totalmente las instituciones de la llamada democracia representativa y creer que se tendrá la democracia directa sin unas instituciones específicas de democracia representativa, con las libertades políticas además (pluralismo de partidos, entre otras), jamás ha funcionado. La democracia directa [a gran escala], y únicamente la democracia directa, ha sido siempre y en todas partes acompañada de la supresión del pluralismo de partidos, y además, después, de la supresión de las libertades políticas o de las libertades formales
Poulantzas, 1977: 10.
56En efecto, el horizonte político-soberano, con evidentes desafíos descoloniales, que viene siendo planteado en este despertar de la memoria insular, no implicaría un repliegue del terreno estratégico del Estado. Es más, bajo un enfoque estratégico relacional, la fidelidad a dicho horizonte implicaría la articulación de estrategias políticas contra, fuera y en el terreno estratégico del Estado. Esto último ya viene siendo advertido desde los propios actores insulares tras el mayo chilote:
Yo creo que debe haber grupos que estén siempre trabajando por fuera del Estado. Corriendo la frontera de lo posible todo el rato, en todos los temas tiene que haber grupos que estén en la dura. Pero creo que también debe haber grupos que estén construyendo con el Estado. Y que estén vinculados en procesos de incidencia y luchas concretas. Tienen que existir ambos
M.S., profesional asesor en procesos territoriales de Chiloé. En entrevista con el autor, enero de 2019.
57En variados espacios políticos del archipiélago, el terreno y los medios para una ruptura, superación y/o renovado equilibro en la condensación de las relaciones de fuerzas políticas, constituirían el centro del debate. Algunos dicen que esta ruptura o superación se debe dar por fuera del Estado, otros de manera articulada. Pues bien, nuevamente considero importante lo indicado por Poulantzas (1977) sobre esta discusión:
Hablar de la lucha interna articulada con la lucha externa no quiere decir ni mucho menos evitar forzosamente hablar de la ruptura [o rupturas y superaciones constantes]. Es ver que la ruptura revolucionaria no se traduce forzosamente en forma de centralización de un contra-Estado [o una gran confluencia social] que afronte en bloque al Estado mismo. Esta lucha puede atravesar el Estado, y pienso que, actualmente, no puede ser de otra forma(
Poulantzas, 1977: 7.
58Respecto a lo último, Poulantzas no refiere a la exclusiva lucha al interior del terreno estratégico del Estado, sino justamente a la articulación con la que se encuentra en su exterior relativo. De igual forma, indica que, en el tiempo histórico actual, no podría ser de otra forma. Esto último –principalmente– por la profunda consolidación, desarrollo y poder (es) de la forma y estructura del Estado en nuestras sociedades contemporáneas, así como su integración y condicionamiento de la vida social en todos los campos.
59Las rupturas y superaciones de las condensaciones coloniales, capitalistas, extractivistas, centralistas, patriarcales, eurocéntricas, heterosexistas, etcétera, pueden, más que nunca en este tiempo, atravesar el terreno estratégico del Estado, uno de los principales ámbitos de la reproducción de estas jerarquías.
60Eso sí, dichas rupturas –y considerando la colonialidad estatal– solo podrían darse a través de un trabajo de articulación o complementariedad – permanente y a corto/largo plazo– entre una lucha política por fuera y por dentro del terreno estratégico del Estado, en ningún caso dándole exclusividad a una de estas.
Imagen 6. Respaldo a gestiones en Tribunal Ambiental contra industria energética. Sector Mar Brava, Chiloé, 2017

© Eduardo Burgos.
61Justamente, son estos procesos de potentia soberana y descolonizadora, considerando el terreno estratégico del Estado, los que –tras el mayo chilote– se vienen asentando en el territorio insular. Y lo hacen instalando la memoria larga del archipiélago como el porvenir que se hereda, como el porvenir que hay que comprender, desatar y emancipar desde sus propias raigambres. Es una posibilidad que emerge a la manera del Qep nayra aymara, es decir, como el pasado que informa –emancipatoriamente– al presente y futuro:
Lo que creo que hace singular a Chiloé es que acá existía una forma de vida no capitalista hace poco tiempo, entonces hablar de todo esto no es una utopía, porque existió hace poco. Pero en veinte años más puede que no exista ese recuerdo de que eso existió. Entonces ahí estamos mal porque no vamos a ver otra referencia histórica que la llegada del Estado con su clientelismo. Nuestro desafío es evidenciar que es posible reafirmando nuestra propia historia en luchas presentes
A.M., geógrafo insular. En entrevista con el autor, enero de 2019.
6. Palabras finales
62Pues bien, a lo largo de este artículo se ha tratado de evidenciar que, tras el acontecimiento histórico de 2016, el habitante insular viene reafirmando y trabajando en el gran desafío que se abre en este nuevo ciclo político: que la potentia de la memoria insular debiera rebasar, pero a la vez constituirse, en potestas institucionalizada. La astucia, paciencia y fortaleza de las organizaciones, comunidades y procesos insulares comprometidos con un horizonte soberano y descolonial, marcarán las posibilidades de este proceso. De igual forma, se empieza a reconocer que la modificación de la condensación de las relaciones políticas de fuerza en el Estado concierne a su complejo conjunto y no solo al gobierno, Congreso o municipios.
63Por último, la fidelidad soberana, con evidentes desafíos descoloniales y posicionada desde un territorio insular movilizado –hasta hoy en día, por cierto–, estaría buscando una canalización articulada, tanto por fuera como por dentro del terreno estratégico del Estado-nación chileno. Por ello, en paralelo a las crecientes disputas en instancias estatales, se busca mantener y desplegar permanentemente focos y redes a distancia de esos aparatos. Es decir, mantener movimientos de democracia directa e incipientes redes autogestionarias.
64En definitiva, las y los actores movilizados en el archipiélago de Chiloé están comenzando a vislumbrar la necesaria articulación entre estos dos procesos, condición sine qua non para la construcción de una soberanía política territorial en sentido fuerte.
Bibliographie
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Notes de bas de page
1 El presente artículo es uno de los productos de la investigación doctoral del autor, titulado La soberanía política territorial como condición para una izquierda descolonial: reflexiones críticas a partir del trato colonial interno y las coyunturas políticas actuales del Archipiélago de Chiloé. Centro de Estudios Avanzados, Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina, 2019.
2 Las floraciones de algas nocivas son fenómenos causados por organismos fitoplanctónicos microscópicos, que en condiciones ambientales favorables para su desarrollo, se multiplican explosivamente y se concentran en determinadas localidades, donde pueden producir alteraciones a la salud humana, la vida marina o la economía del área afectada (Avaria et al., 1999).
3 Enmarcada principalmente en el monto y extensión temporal de ayuda económica estatal para enfrentar la imposibilidad de trabajar el mar.
4 Paradójicamente, una de las principales herramientas de lucha de su comunidad es la recuperación de su espacio costero a través de la Ley Lafkenche (20.249), herramienta enmarcada en el terreno estratégico del Estado.
Auteur
Doctor en Ciencia Política, Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina. Postgrado en Ecología Política, CLACSO, Buenos Aires. Integrante del Movimiento Territorial Archipiélago Soberano y del Centro de Estudios Sociales de Chiloé (CESCH).

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